QUÉ SERÁ DE NOSOTROS MAÑANA, TRON…

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Press Start

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    Tron city concept

    En el futuro, sofisticados animales. 

     

    En el último programa hablamos de varios videojuegos que están enclavados en el género de la ciencia ficción, como es el caso de Mass Effect con su nueva entrega. Además, en la sección Pantalla Grande, hablamos del caso de Tron, película basada en el universo de los videojuegos. 

    Y es que en el mundo del videojuego también nos planteamos que es lo que nos deparará el mañana, una de las preocupaciones atávicas del ser humano y que en este caso se traduce en algunas de sus mejores y más populares franquicias.

     

    Un futuro en el que vemos las mismas preocupaciones existenciales que nos rodean en la actualidad y en las que predomina una constante habitual e inherente al ser humano: la violencia. Aunque sea en un escenario diferente y en el que el protagonista último es la tecnología y su impacto en nuestras futuras vidas, la utilizamos para seguir consiguiendo nuestros fines en vez de lograr objetivos más creativos y humanitarios, que hagan crear una paz global que dirija todos nuestros esfuerzos en mejorar los problemas actuales en beneficio de todos.

    Y no es tan difícil porque prácticamente esa tecnología ya existe, la tecnología capaz de ordenar los recursos tecnológicos y materiales para dotarnos de las soluciones a dichos problemas. Sin embargo desgraciadamente siempre está detrás el afán del ser humano por seguir luchando contra un enemigo, real o imaginario. Y si no hay un enemigo, lo creamos. 

    Ese enemigo puede ser inventado como Al Qaeda y los talibanes, en nuestra realidad, o razas extraterrestres que quieren dominar nuestro planeta, en los mundos imaginarios creados para nuestro entretenimiento. Pero la violencia es algo instintivo, que tenemos a flor de piel por mucho que querramos enterrar bajo capas y capas de evolución y de pensamiento civilizado.

    Podríamos, no sé, si no nos fiamos de nuestros instintos humanos para que no nos dirijan personas, que quieren velar por sus propios intereses y hacdernos actuar como tiranos, fabricar máquinas perfectas que dirijan las acciones globales e individuales y que coordinen nuestros recursos para ser justas de verdad. Así, al menos lo apuntaba Isaac Asimov en su novela Yo, Robot. Pero creo que el problema no es la tecnología, ni tan siquiera lo que hagamos con ella. El verdadero problema es el propio ser humano, que no es otra cosa que un animal evolucionado, que no podrá nunca evitar tener esos instintos que le convierten en el primer eslabón de la cadena alimentaria, nos pese o no.

    Nos encanta martirizarnos con dilemas morales, debatiendo si la culpa es de unos o de otros, de los que sienten más o de los que luchan menos. Son justificaciones de nuestras propias debilidades, que nos hacen echar la culpa al prójimo. Pero, amiguitos, no debéis sentiros mal, por ser lo que sois. Al menos debéis admitir que nos encanta coger el mando de nuestra consola y liarnos a tiros con nuestra escopeta láser y volar las cabezas de todo bicho que tengáis enfrente, y que eso, para bien o para mal, es lo que nos iguala  y nos distingue de los demás seres reales e inventados que nos rodean.

     

     

    En el programa de hoy vamos a hablar de varios videojuegos que están enclavados en el género de la ciencia ficción, como es el caso de Mass effect con su nueva entrega, y en la sección que debuta “Pantalla Grande”, con el caso de Tron, película basada en el universo de los videojuegos.
    Y es que en los videojuegos también nos planteamos que es lo que nos deparará el mañana, una de las preocupaciones atávicas del ser humano, y que en este caso se traduce en algunos de sus mejores y más populares franquicias.
    Un futuro en el que vemos las mismas preocupaciones existenciales que nos rodean en la actualidad, y en las que predomina una constante habitual e inherente al ser humano: la violencia. Aunque aunque sea en un escenario diferente y en el que el protagonista último es la tecnología y su impacto en nuestras futuras vidas, la utilizamos para seguir consiguiendo nuestros fines en vez de lograr objetivos más creativos y humanitarios, que hagan crear una paz global que dirija todos nuestros esfuerzos en mejorar con ella los problemas actuales en beneficio de todos.
    Y no es tan dificil, porque prácticamente, esa tecnología ya existe, la tecnología capaz de ordenar los recursos tecnológicos y materiales para dotarnos de las soluciones a dichos problemas, pero, desgraciadamente, siempre está detrás el afán del ser humano por seguir luchando contra un enemigo, real o imaginario. Y si no hay un enemigo, lo creamos. 
    Ese enemigo puede ser inventado como Alquaeda y los talibanes para la realidad, o razas extraterrestres que quieren dominar nuestro planeta, en los mundos imaginarios creados para nuestro entretenimiento. Pero la violencia es algo instintivo, que tenemos a flor de piel, por mucho que querramos enterrar bajo capas y capas de evolucion y de pensamiento civilizado.
    Podriamos, no sé, si no nos fiamos de nuestros instintos humanos para que no nos dirijan personas que en un momento u otro, quieran velar por sus propios intereses y actuar como tiranos, fabricar máquinas perfectas que dirijan las acciones globales e individuales, que coordinen nuestros recursos para ser justas de verdad, tal y como apuntaba Isaac Asimov en su novela “Yo, Robot”. Pero creo que el problema no es la tecnología, ni tan siquiera lo que hagamos con ella. El verdadero problema es el propio ser humano, que no otra cosa que un animal evolucionado, pero que no podrá nunca evitar tener esos instintos que le convierten en el primer eslabón de la cadena alimentaria, nos pese o no.
    Nos encanta martirizarnos con dilemas morales de que si la culpa es de unos o de otros, de los que sienten más o de los que luchan menos, justificando nuestras debilidades propias para echar la culpa al prójimo. Pero amiguitos, no debéis sentiros mal, por ser lo que sois. Al menos debéis admitir que nos encanta coger el mando de nuestra consola, y liarnos a tiros con nuestra escopeta laser y volar las cabezas de todo bicho que tengáis enfrente, y que eso, para bien o para mal, es lo que nos iguala  y nos distingue, de los demás seres reales e inventados que nos rodean.En el programa de hoy vamos a hablar de varios videojuegos que están enclavados en el género de la ciencia ficción, como es el caso de Mass effect con su nueva entrega, y en la sección que debuta “Pantalla Grande”, con el caso de Tron, película basada en el universo de los videojuegos.Y es que en los videojuegos también nos planteamos que es lo que nos deparará el mañana, una de las preocupaciones atávicas del ser humano, y que en este caso se traduce en algunos de sus mejores y más populares franquicias.Un futuro en el que vemos las mismas preocupaciones existenciales que nos rodean en la actualidad, y en las que predomina una constante habitual e inherente al ser humano: la violencia. Aunque aunque sea en un escenario diferente y en el que el protagonista último es la tecnología y su impacto en nuestras futuras vidas, la utilizamos para seguir consiguiendo nuestros fines en vez de lograr objetivos más creativos y humanitarios, que hagan crear una paz global que dirija todos nuestros esfuerzos en mejorar con ella los problemas actuales en beneficio de todos.Y no es tan dificil, porque prácticamente, esa tecnología ya existe, la tecnología capaz de ordenar los recursos tecnológicos y materiales para dotarnos de las soluciones a dichos problemas, pero, desgraciadamente, siempre está detrás el afán del ser humano por seguir luchando contra un enemigo, real o imaginario. Y si no hay un enemigo, lo creamos. Ese enemigo puede ser inventado como Alquaeda y los talibanes para la realidad, o razas extraterrestres que quieren dominar nuestro planeta, en los mundos imaginarios creados para nuestro entretenimiento. Pero la violencia es algo instintivo, que tenemos a flor de piel, por mucho que querramos enterrar bajo capas y capas de evolucion y de pensamiento civilizado.Podriamos, no sé, si no nos fiamos de nuestros instintos humanos para que no nos dirijan personas que en un momento u otro, quieran velar por sus propios intereses y actuar como tiranos, fabricar máquinas perfectas que dirijan las acciones globales e individuales, que coordinen nuestros recursos para ser justas de verdad, tal y como apuntaba Isaac Asimov en su novela “Yo, Robot”. Pero creo que el problema no es la tecnología, ni tan siquiera lo que hagamos con ella. El verdadero problema es el propio ser humano, que no otra cosa que un animal evolucionado, pero que no podrá nunca evitar tener esos instintos que le convierten en el primer eslabón de la cadena alimentaria, nos pese o no.Nos encanta martirizarnos con dilemas morales de que si la culpa es de unos o de otros, de los que sienten más o de los que luchan menos, justificando nuestras debilidades propias para echar la culpa al prójimo. Pero amiguitos, no debéis sentiros mal, por ser lo que sois. Al menos debéis admitir que nos encanta coger el mando de nuestra consola, y liarnos a tiros con nuestra escopeta laser y volar las cabezas de todo bicho que tengáis enfrente, y que eso, para bien o para mal, es lo que nos iguala  y nos distingue, de los demás seres reales e inventados que nos rodean.

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