LAS CUEVAS DE LUIS BÁRCENAS

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Trazos

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    Candelas

    Truhanes, señores.

    ¿Qué hay debajo de la capa de Luis Bárcenas? De la capa de Luis Candelas sabíamos que estaba por ejemplo, el amor robado al que cantaba Imperio Argentina en la famosa copla dedicada al mítico bandolero madrileño nacido en el barrio de Lavapiés, y que comparte con el protagonista el no haber cometido crímenes de sangre y la chulería y desparpajo propia del bandolero chulapo. Ah, bueno, y una tercera, en que a ambos les encantaba robar dinero. Pero en todo lo demás, no se parece ni por asomo (iba a decir por el forro en un momento de subida de tono).

    Lo que me sorprende es como, todavía a estas alturas, hay quien se rasga las vestiduras por todo lo que se ha sacado a la luz, a lo largo de las últimas semanas, respecto a la doble falsa contabilidad del partido en el gobierno mediante los famosos sobres que volaban rumbosos y alegres desde la calle Génova a los bolsillos de los mandamases de la gaviota. ¿De verdad somos tan crédulos que a estas alturas ignoramos toda la ignominia y falsedad de un sistema podrido y creemos todavía que hay políticos honestos representando nuestros intereses? Maduremos de una vez y despertemos a la realidad por cruda que ésta sea.

     

    El sistema político está creado y reside, según rezan las primeras constituciones liberales del siglo XIX, en el pueblo, en la forma de una organización política a la que llamamos Estado. Es decir, nosotros como ciudadanos de a pie, cedemos voluntariamente a otros determinados intereses que ellos se encargan de representar, por no asumir la responsabilidad de determinadas tareas o cuestiones para las cuales se crea un sistema político. Eso es lo que me enseñaron en cinco años de carrera, pero en el resto de mi vida he descubierto la realidad: ese sistema ideal, que crearon los padres de nuestra Constitución en nuestra democracia actual en el año 1978, es una gran falacia, una mentira de dimensiones bíblicas, que se utiliza por aquellos que ejercen el oficio de dirigir nuestros intereses sociopolíticos a la mierda.

     

    En mi opinión, aunque ya se está viendo un cambio estructural en las formas de producir y de consumir, tras esta terrible crisis que los políticos han provocado, mientras no haya un cambio profundo en la forma de asumir y aceptar la importancia fundamental de la labor del desempeño en los cargos políticos, seguiremos siendo poco más que una república bananera sin mucho que envidiar a algunos de los sistemas dictatoriales de nuestros hermanos latinoamericanos.  El cambio no sólo es responsabilidad de aquellos que han infringido su labor de administración del poder, sino también de nosotros para involucrarnos en el sistema y dejarnos de quejas y zarandajas futiles, y participar activamente en el cambio hacia el sistema que queramos tener en todos los aspectos de nuestra vida.

    Debido a ello, debemos asumir nuestra culpa también en escándalos como los que aparecen tan a menudo en las portadas de los periódicos y no dejemos en manos de otros, lo que es tan importante en nuestras vidas: que nuestra libertad es algo sagrado y que nos están quitando esos derechos y libertades que nosotros mismos les hemos concedido, riéndose en nuestra cara y además robándonos del bolsillo directamente como si fueran bandoleros del siglo XIX, sacados de una copla popular castiza.

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