VIVIENDO AL FILO

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Trazos

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    Aunque suene muy a tópico, es la forma de vida que han elegido muchos de nuestros artistas favoritos, y muchos de nosotros o de los que estáis al otro lado del aparato receptor. Y no me refiero a formas de vida al estilo romántico o peliculero, eso en la vida real es imposible de llevar a cabo.

    Me refiero a cuando las normas y reglas que regulan nuestras vidas en sus diversos ámbitos, están tan marcadas a fuego, y si no las sigues como te las imponen, estás fuera o en el margen. Si, también en el cómic sucede esto, y desgraciadamente quien vive bajo sus propias reglas, suele caer en la inopia en el mejor de los caso, o en el peor, el olvido.

    Pero afortunadamente también hay casos que confirman que se puede romper la regla, como es el de autores como Bill Watterson. Os recomiendo encarecidamente que visionéis el documental “Dear Mister Watterson”, que aunque peca de ser demasiado sentimental y poco objetivo, es un ejercicio de sinceridad y un acercamiento muy personal al autor americano responsable de ser el creador de Calvin And Hobbes. De ahí precisamente su interés, porque incluso en la industria de comics, concretamente en la de las tiras de comics para periódicos, existen unas reglas faraónicas que te obligan a seguir, y si no lo haces, no existes.

    Como no quiero adelantar mucho de lo que luego hablamos y entramos en profundidad de mano de nuestro Freak Team en este especial sobre Tiras cómicas en los periódicos, si que me apetecía señalar la importancia de aquellos pioneros en los cómics, que rompieron las reglas establecidas para marcar las suyas propias. Si se recuerda a Neal Adams no es solo por ser un autor maravilloso, si no por haber logrado defender los derechos laborales de él y sus colegas cuando prácticamente eran unos esclavos bajo el yugo de las grandes editoriales, con el archiconocido caso de los derechos de Jerry Siegel y Joe Shuster sobre su creación, Superman, contra el mastodonte editorial que era DC comics.

    Y por supuesto, Watterson y su lucha sobre su producto más allá del merchandising y el capitalismo atroz, la importancia para él de la obra por delante del negocio, que le podía haber lucrado hasta límites insospechados. Y este es el ejemplo perfecto como decíamos antes, de cuando se logra el contar historias maravillosas a través de los ojos de un niño desde un punto de vista crítico y adulto en un comic pretendidamente infantil, y gusta por igual a todos los públicos, convirtiéndose en uno de los comics más influyentes de los últimos 30 años. 

    Y de como se puede ser honesto y llegar al éxito masivo, y como envidiamos sanamente el haberlo logrado por parte de nuestro admirado Señor Watterson, ya que nuestro circo ambulante lleva 14 años aspirando a lograr ese sueño, que no dejaremos de intentar lograr, ya que la honestidad es y será, gracias a los que estáis al otro lado del aparato receptor, nuestra marca particular de fábrica.

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