VORACIDAD

  • AUTOR: // SECCIÓN: Diagnóstico, Trazos

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    Onslaught X-Men

    Pésimos tebeos pero grandes recuerdos.

    Y no me refiero con ella, al ansia que tenemos por satisfacer nuestra necesidad básica de alimento, sino a la necesidad de cubrir un área muy concreta de nuestas aficiones y que, en mayor o menos medida, todos como fanboys de los comics, por ejemplo, sentimos y necesitamos dar rienda suelta siempre que podemos.

    Porque ahí está la clave: siempre que pudiéramos nos pajearíamos a manos pares si pudiéramos dedicar más tiempo a indagar en nuestra afición y, a ser posible, a profundizar mucho más en aquellos personajes o autores que tanto amamos, ya que muchas veces nos queda la sensación de no dar abasto por todo aquello que nos gustaría leer.

     

    No obstante de aquí a la locura del coleccionismo desbocado del porque sí, hay una línea muy delgada. A mí me ha sucedido en alguna etapa de mi vida, en la cual necesitaba dar rienda suelta a saco a mi afición al cómic. Me compraba tebeos que sabía que no iba a volver a leer en mi puta vida, pero que como todo el mundo hablaba de ellos, tenía que poseerlos como Gollum se enorgullece de su tesoro. Muchas veces cuando rebusco entre mi colección, me pregunto por qué leches terminé comprando o adquiriendo tal o cual comic. A veces me asombra lo muy loco o lo muy entusiasmado que estaba para llegar a coleccionar semejantes mierdas. Dícese de sagas como la del clon de Spiderman, Ongslaughts, Horas Ceros, etc… sin las cuales mi colección sería mucho más liviana y menos cancerígena, seguramente.

     

    Pero me da un palo tremendísimo deshacerme de todo ese material, ya que forma parte de mi pasión por los tebeos y, al volverlos a ver, me acuerdo de determinadas etapas de mi vida en las cuales, el momento y las circunstancias en las que los adquirí son casi más importantes que el cómic en si. Me produce un inmenso cariño recordar aquellos locos años 90, en la que cualquier industria del entretenimiento bullía como una olla a presión y, aunque en el mundo del comic estábamos sobreexpuestos a un hype que luego desembocó en una terrible crisis de identidad de la propia industria, no puedo renegar de que en aquella época estaba on fire como una bestia y adquiría cualquier cosa que me dijeran que molaba, con el frenesí de un vampiro novato que necesita su sangre mortal de forma desmedida.

    Me imagino que muchos de vosotros habéis sufrido una época similar de transtorno mental de la que muchas veces renegamos o no hablamos de ella con muy buen recuerdo, pero siendo justos, sin la que posiblemente no nos hubiéramos convertido en lo que actualmente somos: unos ávidos consumidores del noveno arte. 

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