RUIDO Y ZUMBIDOS

  • AUTOR: // SECCIÓN: Ruído

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    O como sustituir G.I.Joes de juguete y superhéroes por una banda que acabó conviertiéndose en el hazmerreir del espectro patilludo-rockeril. También es una introducion a una sección de música. Además nostalgia, cintas TDK y videos Shinko.

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    Ruido, así es como calificaba la exhibición entre mesiánica y arrebatada de la banda más grande surgida en Irlanda. Corría 1988, y mis hermanos estaban rendidos al poder de Rattle and Hum. La película que realizó Phil Joanu sobre la gira Joshua Tree y sobre la concepción de ese infravalorado álbum, era la consagración de U2 como banda de estadios.

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    Nuestras comidas familiares se veían ambientadas por la película que se reproducía constantemente en un barato video Shinko. Mi padre, que apenas demostraba interés por el talento de Bono y compañía, a regañadientes aceptaba esa recurrente banda sonora. Mi madre en secreto admiraba la voz de Paul Hewson. Yo, que estaba más pendiente de jugar con mis GI.Joes o leer mis cómics, sólo me sentí en ese arrebato de mitomanía de Larry Mullen Jr cuando visitaba Graceland.

    Ese gesto de adulación al héroe era próximo a la veneración con la que yo seguía las correrías del superhéroe de turno en mis cómics de Ediciones Zinco, o en mi imaginación al intentar desbaratar el enésimo plan de Cobra cuando combatían mis Joes de plástico.

    Cuatro años tuve que esperar hasta que otra sacudida hizo que incluyera a la música entre una de mis necesidades primarias. En plena explosión del grunge, otra banda de estadios desaparecía a consecuencia de la pérdida del carismático Freddie Mercury. Queen también estaba dentro de las preferencias de mis hermanos, pero observar la veneración con la que otras bandas les rendían tributo era escalofriante. Tan escalofriante, aunque por otros motivos, como la retransmisión que se hizo por parte de RTVE del concierto homenaje al añorado ídolo.

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    El 20 de abril de 1992, unos Metallica en estado de gracia abrían un concierto benéfico en homenaje al líder de Queen. Y supe que mi vida cambiaría ante tal demostración de poder. The Four Horsemen habían reemplazado a mis héroes de papel, a base de ceños fruncidos, riffs incendarios y pelos largos.
    Desde entonces la música se convirtió en alimento y hasta que llegó el ADSL, conviví con mis (escasos) cds y mis cintas de TDK. Era pues, vital que la música en todas sus manifestaciones posibles ocupara un espacio propio en esta carpa.

    Así pues, mods, heavys, indies, amantes del género chico, seguidores de la dulzaina, makineros, aquí tenéis vuestro espacio.
    ¡Qué suene la música!

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