ÉRASE UNA VEZ EN JAPÓN…

  • AUTOR: // SECCIÓN: Zoo

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    Dos Espadas

    …dos cómics para otakus.

    Querido diario, te escribo de nuevo para hablarte de algo muy importante que ha sucedido en mi vida.

    Como bien sabes, he rellenado en tí lineas y lineas sobre mi afición desmedida y casi enfermiza por la lectura del arte mas importante de nuestra nación, el manga. Siempre me gustaron los mangas desde que papá me regaló mi primer tomo cuando era bien pequeño, ante la insistencia a que me dejara leer aquellos libros de dibujos enormes que poblaban la casa y que el nunca me dejaba por miedo a romperlos, tal y como hago yo con el pequeño Takashi.

    Un amigo mío de la oficina llevaba tiempo insistiendo en que me quería prestar un comic americano sobre zombis que le estaba volando la cabeza, y otro sobre un dibujante español con nombre americano, un tal Kenny, sobre espadas o nosequé y que se estaba haciendo que se cagara la perra entre los gabachos. Después de rechazar la propuesta amable y cortésmente un monton de veces, tal y como me enseño mi venerable viejales, un día de esos que me quedé mas horas de las debidas en la oficina, y que no llenan ni económica ni personalmente, vi que en el escritorio-cochiquera de mi compañero, se había dejado,  los dos cómics de los que me había estado hablando. Uo se titulaba Los Muertos Vivientes y el otro, Dos Espadas. Los empecé a hojear por casualidad, solo por ver qué se podía hacer fuera de nuestra honorable industria japonesa.
    No dejo de salir de mi asombro, querido diario, porque cada página que hojeaba era más interesante que la anterior, y me sorprendió la calidad de los dibujos, así como la profundidad de la historia, digna de los maestros Tezuka, Otomo o Takahasi. Se me quedó el culo torcido cuando me di cuenta de que no paré hasta que no terminé de leerme los dos completos, y aún así quería más.

    Es para mi un honor decir, querido diario, que aunque el manga sigue siendo aquello que me pone en marcha cada día desde que tengo uso de razón, ahora hay otra fuerza artística que hace que los espíritus del bien revoloteen alrededor de mi afán por devorar todo aquello que tiene viñetas.

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